El matador español “Curro” Díaz, así como los diestros mexicanos Arturo Macías y José Mauricio cortaron una oreja por coleta, mientras que Román Collado se fue de vacío, durante la primera corrida de la Feria del Vestido de Torear que se lleva a cabo en la plaza Cinco Villas, del Estado de México, donde se lidió un encierro de ocho toros de la dehesa Montecristo, entre los que destacaron segundo y quinto, que fueron premiados con arrastre lento.
Abrió la corrida el hispano “Curro” Díaz, ante un toro serio de hechuras, con calidad, pero medido de fuerza, con el que desarrolló una meritoria y esforzada labor en el tercio que concluyó tras pinchazo y media caída, para ser ovacionado en el tercio.
Ante el quinto, con nobleza y recorrido, se mostró inspirado al recibirlo con el capote. Más adelante, con la muleta tiró del astado que se empleó con claridad por bajo, lo cual permitió al torero ligar tandas de pases muy sentidos, mismas que adornó con detalles de pellizco. Despachó de media estocada que provocó derrame, pero el toro vendió cara su vida y luego que dobló, el público exigió la oreja al juez de plaza, quien terminó por otorgarla. Se premió al toro con arrastre lento.
Como segundo espada ejerció Arturo Macías, quien realizó dos faenas de corte distinto. La del segundo más en la vena artística y la de sexto, fue de garra y ambición. De no haber fallado con el acero en la primera de su lote habría cortado dos orejas; mientras que, a otro, lo hizo doblar sin puntilla para asegurar el apéndice.
Su segundo burel contó con cualidades como recorrido, emotividad y entrega, las cuales fueron aprovechadas a carta cabal por el hidrocálido Macías, en especial por el pitón derecho. La faena fue larga, vibrante, con variedad y temple. Sin embargo, la emborronó con dos pinchazos antes de asestar la estocada mortal y escuchó un aviso. Dio vuelta al ruedo.
El otro toro, deslucido y con poca fuerza, planteó una prueba complicada que Arturo superó con creces ya que expuso como el que más para conseguir ligar muletazos. Terminó con un estoconazo que le aseguró el trofeo, el cual paseó con orgullo, pero no estuvo exento de recibir un aviso.
José Mauricio tuvo poca fortuna con el tercer ejemplar que resultó aplomado y al que tuvo que encelar en repetidas ocasiones con fuertes toques de muleta para hacerlo acometer, hasta que consiguió de este, muletazos muy largos, pero las fallas con el acero le hicieron utilizar el descabello para poder terminar con su enemigo. Recibió un aviso y palmas.
Ante el séptimo, el más serio del encierro, José Mauricio se dejó sentir tras el puyazo con un quite por chicuelinas. Luego de un cambiado por la espalda, pegado a tablas, se desgranaron las tandas de pases de trazo largo, con reposo y calidad. Concretó una estocada recibiendo y fue premiado con una oreja.
El lote con menos posibilidades correspondió a Román Collado, quien, sin embargo, se esforzó por lucir, apoyado en la entrega y el oficio. Al cuarto toro, deslucido y rebrincón, lo toreó puntualmente. Luego de un pinchazo y un aviso, el toro dobló tras la estocada. El torero dio vuelta al ruedo. El octavo astado le permitió realizar un variado y bello recibimiento con el percal, pero no obtuvo suficientes dividendos con la sarga, aunque jamás desmayó en su intento por agradar al público, que, bajo el formato de aforo reducido, agotó las localidades.
Arturo Macías cortó una oreja. FOTO: Cortesía Oscar Mir