Entre al desacierto final con el rejón de muerte y que el toro primero que tuvo enfrente no le ayudó lo esperado, se guardaba Diego Ventura ese reto consigo mismo de darle la vuelta la situación en el segundo, al que cuajó para cortarle dos orejas, en el coso de Mérida, España, dio a conocer la oficina de prensa del torero.
Fue así como salió al ruedo Cantino-25, hermano de Perdido, aquel toro de Los Espartales que indultó en Murcia en 2017. Ahora, este toro de calidad extraordinaria que asomó en los encuentros con Joselito, en su manera de responder por abajo y con un son extraordinario la exigencia de cómo se dobló con él la cabalgadura. Sacó entonces a Velásquez para torearlo por dentro y de costado con temple majestuoso, como después con Nómada, que es un prodigio de caballo, pura clase que le viene de serie en la sangre, y que se está haciendo mayor siendo tan joven todavía a base de hacer el toreo muy despacio en terrenos muy exiguos.
No se puede cuartear y clavar en menos espacio de lo que Diego lo hizo con Nómada, para luego salir de la suerte con piruetas en la misma cara. Llegó entonces la exhibición con Bronce. Exhibición de dominio también de los terrenos, de las distancias, de sincronía entre el hombre y el animal, de hacer equilibrismo frente a un toro bravo con una suficiencia impactante. Con y sin cabezada. Mérida era entonces un puro clamor al que solo le faltaba el remate que esta vez sí lo fue con Guadiana. Impecable el carrusel de cortas al violín, como impecable el par a dos manos antes de un rejonazo que ponía las cosas en su sitio y las dos orejas en las manos de Ventura.
Hubo de conformarse con una fuerte ovación en el primero, que fue distraído y con poco celo. Se lo dejó llegar muy cerca y ajustado con Guadalquivir y lo cuidó el torero de La Puebla del Río con un solo rejón para no quebrantarlo. Frente a la sosería del astado, lució mucho las suertes, por ejemplo, con Nazarí para meter a la gente en la faena. Lo logró sin remisión en un par de banderillas al quiebro con Lío, de fuera a dentro, soberbios de precisión y de valor por la manera en la que Diego apura los tiempos y las distancias.
Debutó al corcel llamado As de Oro, que le imprimió ritmo constante y un natural sentido de la ligazón en el carrusel de cortas. Erró con el rejón de muerte con Guadiana, entre otras razones, porque el toro, ya muy apagado, se lo puso difícil para encontrar ese rincón por arriba donde a Ventura le gusta rematar sus obras.
Por su parte, Morante de la Puebla, David de Miranda y el becerrista Marco Pérez también bordaron el toreo en la Corrida de Primavera. De Miranda cortó tres orejas; Morante paseó dos trofeos deleitando al público; amén de la oreja que cortó Marco Pérez en el becerro que cerró el festejo. Ello, ante toros de Los Espartales para rejones y de José Luis Pereda, para la lidia a pie.
FOTO: DIEGO VENTURA