Hace unos días la arquera colombiana Valentina Acosta Giraldo, tuvo que cubrir sus tatuajes en brazos y dedos porque así se lo pidieron para poder participar en su correspondiente competencia en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Primero pensó que se debía al hecho de que en Japón los tatuajes están mal vistos, al grado de que quienes los portan no pueden lucirlos en lugares públicos como parques, playas y albercas comunitarias, sin embargo, atletas de otras disciplinas no han tenido objeciones para ello, el caso más evidente, no sólo porque llevan el torso descubierto, sino por la dimensión de los tatuajes, es el de los competidores de natación como Caeleb Dressel y Adam Peaty.
“Me va a tocar tirar con algo en los dedos. Yo lanzo con mangas largas y pues no hay problemas, pero si alguien tiene tatuajes en la cara se jodió”, escribió dicha arquera colombiana en sus redes sociales.
Más tarde, aclaró que las explicaciones que le dieron fueron que: “El problema es que puede ser un mensaje político. No son los japoneses, es la organización”.
Ocurre que en tierras niponas, los tatuajes se relacionan con la mafia “yakuza”, en una similitud con las llamadas pandillas de las “maras” de Centroamérica, por eso, la población nipona en general los rechaza, sin embargo, de este lado del Atlántico, cada día se incrementa más su implementación en el cuerpo humano, no únicamente de los deportistas, sino de los ciudadanos comunes, situación que también está sucediendo en Europa.
El caso más representativo de los presente JO es el estadounidense Caeleb Dressel, quien se impuso en los 100 metros libres, la prueba reina de la natación. Este hombre luce un tatuaje enorme que abarca el hombro, el brazo izquierdo y parte del pecho: son alas de un águila, y de acuerdo a la declaración que hizo al término de la prueba, esa imagen hace referencia a temas bíblicos.
«Porque todos aquellos que crean en el Señor verán sus fuerzas renovadas. Se elevarán con sus alas como águilas; correrán y no sentirán fatiga; caminarán y no serán débiles», del profeta Isaías, comentó Caeleb Dressel. Otro tatuaje con origen religioso es el espectacular Cristo Redentor que luce el luchador español Gabriel Escobar.
Además, Adam Peaty, nadador de Gran Bretaña, que ya obtuvo un oro olímpico, lleva el tatuaje de un león en uno de sus hombros.
A pesar que los tatuajes siguen estando estigmatizados en Japón, pues debido a las restricciones contra Covid-19, los deportistas no pueden interactuar con la sociedad del País del Sol Naciente, toda vez que deben permanecer agrupados dentro de la Villa Olímpica, misma que constituye una burbuja, hasta ahora no se ha generado mayor problemática, aparte de la mencionada por la chica colombiana.
Otras muestras significativas de tatuajes de los deportistas de la élite mundial son por ejemplo los tradicionales Aros Olímpicos: la nadadora francesa Fantine Lasaffre los tiene en un antebrazo; la estadounidense Kayle Browning en una de sus muñecas; el boxeador marroquí Abdelhaq Nadir, en los en el bíceps; la gimnasta canadiense Shallon Olsen, en un tobillo; y el corredor de larga distancia paraguayo Derlys Ayala, en una pantorrilla.
Por su parte, la gimnasta italiana Vanessa Ferrari, en la nuca, plasmó sus anteriores participaciones en los Juegos Olímpicos de Beijing, Londres y Río de Janeiro.
Aunque, sin duda, el más espectacular de todos los atletas tatuados es el norteamericano Nyjah Huston, de skateboarder, debido a que lleva el cuerpo totalmente cubierto de imágenes. Otra que impresiona por la dimensión de su tatuaje es Brenda Castillo, jugadora de voleibol de República Dominicana, pues este le cubre la totalidad del cuello, además de otro de una rosa en el hombro y una frase motivacional. Mismos que contrastan con otros que incluyen sencillas frases motivacionales como el jugador chino de baloncesto Yan Peng. Lo cual habla de la tendencia al alza que tendrá esta decoración corporal en los años que están por venir.
PIE:
Caeleb Dressel, nadador de USA. (Foto tomada de su Instagram)
