El rejoneador Emiliano Gamero, triunfó en la plaza de Urros, Portugal, hasta donde se dio cita la afición lusa y española, para ver al torero charro mexicano, fue tal la expectativa, que la plaza registró ¾ de entrada, algo que tenía mucho tiempo de no suceder, la plaza tiene capacidad para 3700 personas, para una población de 250 habitantes, así que este martes hubo una verdadera verbena, y lo mejor que los aficionados salieron satisfechos por ver triunfar a Gamero, primero ante un buen toro y un segundo que le exigió al máximo, lo que le permitió mostrar esa tauromaquia que ha conquistado a la Europa, brava.
Ante su primero recibió con el novel “Pepone”, al que le colocó dos farpas de castigo, que no rompieron a la hora de ejecutar la acción. Pero sin duda fueron muy de verdad y temple, afortunadamente el público entendió el error de fabricación, es muy raro que esto suceda, pero al final la regla tiene su excepción. Después entró con “Jaguar”, para poner tres banderillas de frente al pitón contrario, la exposición fue de alto rango, lo que en consecuencia provocó que el tendido, literalmente, hirviera de la emoción. Con “Atila”, llevó al astado de costado, entró por tablas de manera muy comprometido, toreó con la grupa, y dejó dos banderillas, de nivel superior, en terrenos plenos del toro, arriesgó y salió triunfante. Con “Primoroso” cerró con broche de oro, puso un violín ceñido y una banderilla, caminando con el caballo de pie, para ponerla por el derecho en todo lo alto.
Su segundo desde su salida manseo, se fue a las tablas y ahí esperó, y dejó ver el peligro ya que salía con fuerza y malicia.
Gamero abrevió, pero dejó dos farpas de castigo que fueron de frente, consolidando una gran labor. Con “Jaguar” hizo milagros para poder poner tres banderillas, que fueron al sesgo, arriesgadas y en cada una de ellas se respiró el miedo, ya que el toro dejó ver mayormente su peligro. La faena la hizo crecer Emiliano y con “Primoroso”, puso un violín y terminó una lidia de gran mérito y torería.
Así Emiliano Gamero, firmó una tarde triunfal de dos vueltas al ruedo.
Sus compañeros dieron respectivas vueltas y los Forcados ejecutaron grandes pegas.
Al finalizar la afición no dejó ir a Gamero, y lo retuvieron por horas a las afueras de la plaza, pues querían convivir y tomarse la foto del recuerdo con el rejoneador mexicano.