Han pasado quince meses desde que el rejoneador Fauro Aloi participó en un festejo formal. Este sábado concluyó para él, un largo ayuno producto del parón mundial obligado por la pandemia del Covid-19. En México se empieza a activar el circuito taurino y con ello, Fauro se reencontró en el ruedo con la afición de Tlaxcala, ante la que demostró todo lo que evolucionó en todos estos meses que estuvo entrenando a puerta cerrada, con su cuadra, para llegar a este ansiado momento.
Se volcó ante un serio toro de la ganadería Rancho Seco, de nombre “Farolero”, que a la postre fue premiado con arrastre lento. Aunque el festejo se llevó a cabo en el formato de aforo reducido, emocionó al público con una actuación vibrante, completa y emotiva, en base a la técnica y a la clase que le caracterizan.
El marco del festejo fue la plaza Wiliulfo González en Apizaco, donde brilló con su entrega. Inició la labor al recibir al astado que pesó 420 kilos, a lomos de “Manili” para colocar un rejón de castigo, de forma impecable. Al torear muy templado de costado, dio vuelta y media al ruedo, gracias al gran son del toro y al valor de su corcel. Más adelante, a lomos de “Atila” colocó dos banderillas de poder a poder que levantaron a los asistentes de sus asientos.
Apareció en la arena “Aramis” con el que bordó otras dos banderillas más, venciendo el pitón, para dejarlas también en todo lo alto. Los Forcados Amadores Mexicanos concretaron una gran pega. Aloi le brindó la muerte de este estupendo ejemplar de la ganadería propiedad de don Sergio Hernández, al cabo René Tirado.
Otros de los pasajes cumbre los ejecutó con “Cavazos”, con dos cortas bien hiladas. Dejó el rejón de muerte en buen sitio y lo sepultó hasta la empuñadura, pero el toro vendió cara su muerte y tardó en doblar.
Como este se rehusó a humillar para descabellarlo, Fauro tomó la espada y pegó un espadazo en buen sitio. El puntillero ejerció en tres ocasiones antes de que “Farolero” doblara definitivamente, por lo que Fauro Aloi perdió los apéndices que se había ganado a ley, por lo que dio vuelta al ruedo, tras dos avisos; no obstante, la satisfacción de haber vuelto a los ruedos y haber mostrado ese gran nivel, al torear con la pasión que no le cabe en el cuerpo, es impagable.